El asesino de la bufanda roja
Es imperioso olvidar el pasado cuando se lucha, constantemente, para sobrevivir ante el tiempo que, inclementemente, nos recuerda ese fatídico momento cuando el dolor rasgó lo más débil de nuestro frágil espíritu. Sus esfuerzos por salir corriendo y alejarse, para siempre, de ese pasado que marcó su existencia, no fueron suficientes como para evadir el sufrimiento por el cual pasaba, cada vez que volvía al mismo punto donde sus ojos, de la manera más injusta aprendieron a llorar de dolor, de tristeza, de desconsuelo.
Cuando pensó que todo había acabado, que un nuevo comienzo le daría la oportunidad que siempre buscó; el engaño, la crueldad y la injusticia se hicieron presente. Aquello, de hecho, se convirtió en el detonante que, con el simple roce de una chispa cargada de odio, de melancolía y, por qué no, de desprecio; le hizo sucumbir ante su deseo de venganza.
Ver la angustia que sus verdugos mostraban, cada vez que se enfrentaban a esa realidad que dejaba ver que no eran tan valientes como quisieron mostrarse ante seres débiles incapaces de defenderse, le llenaba de fuerzas para seguir adelante, hasta agotar cada gota de odio que había en lo más hondo de su alma.
-- Juan Francisco Cano