La mujer sin nombre
En México hay secuestros todos los días. Lo que hizo al mío diferente fue tener la desgracia que mi secuestrador se enamorara de mí reteniéndome por dos largos años. Ese dicho amor no me evitó violaciones continuas y torturas que me llevaron a considerar el suicidio como único escape a la maldad de su mente retorcida.
Después de dos abortos tuve un hijo al que no pude querer hasta que el hombre que siempre me amó, supo liberarme del trauma psicológico que me impedía ser feliz y hacer feliz a los que me rodeaban. Ocho años tuvieron que pasar para dejar atrás mi pesadilla y vivir la plenitud el amor.
-- Clementina Murillo